EUTONIA: CICLO “HABITAR-SE CON COMODIDAD”

Mapas y recorridos en busca de habitar plácidamente el propio cuerpo

                                                                       Por Leticia Aldax (Eutonista)

En esta búsqueda de habitarnos con comodidad, aparece la importancia de la imagen corporal, como elemento en la construcción de ese bien-estar, que sabemos no es sólo físico sino que incluye todas las áreas de nuestro Ser. El concepto de “imagen corporal” refiere a la representación interna que tenemos de nosotros mismos, a la percepción de la propia corporalidad, el modo en que sentimos nuestro propio cuerpo, que abarca también la conciencia cinestésica o de movimiento, y nuestra propia apariencia, o sea, la imagen que vemos en el espejo, o cómo contemplamos partes de nuestro cuerpo. Y desde una mirada más amplia, podría abarcar las  creencias acerca del propio ser.
Como podemos notar a primera vista, muchas veces no coincide la imagen corporal con la realidad física del cuerpo. Más allá de las patologías o trastornos que alteran la propiocepción, –como sería el caso de los trastornos alimentarios– frecuentemente nuestra percepción o nuestra autoimagen está distorsionada, apareciendo zonas desdibujadas o inexistentes, sea por dolor, desuso o mala utilización. Dado que nos conducimos conforme a nuestra auto-percepción. es fundamental construir una imagen corporal lo más cercana al cuerpo objetivo posible. De lo contrario la movilidad, el funcionamiento y la salud se ven afectados. Por ejemplo, si no percibimos la existencia de las costillas, el esternón y las vértebras dorsales formando la caja torácica o no somos conscientes de su movilidad, su fluctuación, comienza a rigidizarse ese espacio, afectando la calidad de la inspiración y la exhalación, el sistema respiratorio y a partir de él, los demás sistemas corporales, y en consecuencia, la salud.
Si no se usan algunas partes del cuerpo, desaparecen o de desdibujan de la imagen corporal, y hasta es posible dejar de sentir su presencia, sin tocarlas o mirarlas, y recíprocamente, al no sentir alguna parte del cuerpo –sin referirnos a patologías neurológicas–, ella deja de ser utilizada o se la utiliza de mal modo, es decir nos movemos como si ella no existiera o nos involucramos en acciones ineficientes, antieconómicas hasta perjudiciales. Un ejemplo de esto es la pérdida de conciencia de la región posterior del cuerpo o del espacio entre los dedos de los pies, que podría redundar en movimientos rígidos o inmovilidad de esos segmentos, repercutiendo en la flexibilidad o el movimiento global del cuerpo. Idéntica situación se evidencia en la práctica de gimnasia, al realizar ejercicios abdominales sin la conciencia del “centro”, lo cual daña otros  segmentos de la columna cervical o lumbar. Y aun en quietud, por ejemplo la  2 falta de conciencia de los isquiones al estar sentados imposibilita una adecuada posición, genera una serie de desajustes posturales y concomitantemente, dolores.
Construir una imagen nítida del propio cuerpo, en cuanto a estructura, volumen, percepción del movimiento, etc –lo que se da en eutonía– trae a la conciencia las partes no sentidas o tenues, y esto influye en la mejora de la movilidad y en el uso eficiente de los segmentos corporales. Damos un uso más completo a nuestra corporalidad, experimentamos más sensaciones, y utilizamos nuevos circuitos nerviosos, desandando automatismos. Y las sensaciones del buen uso del cuerpo son sentidas como placenteras, cómodas, y tal placidez pareciera integrar el alma al cuerpo.
Existe interrelación entre cuerpo objetivo e imagen corporal; ambos se nutren en un diálogo continuo, dinámico, con implicancias recíprocas. La conciencia corporal nítida genera cambios, mejoras en el funcionamiento orgánico con repercusiones en la totalidad del entramado cuerpo-mente- emociones-alma humano.